Ya os he hablado en otras ocasiones de Bernarda, pero para el que no sepa quien era, lo vuelvo a contar:
Bernarda era una preciosa San Bernardo y fue mi primer perro cuando salí de casa de mis padres. Fue un regalo de mi marido en nuestro primer aniversario de boda. Dado que a mi siempre me han apasionado estos animalitos y he tenido alguno desde que tengo uso de razón y que mi marido nunca había tenido ninguno, aceptó tener uno en casa porque sabía cuanta ilusión me hacía.
Fue el mejor regalo que me pudo hacer: UN CACHORRO DE SAN BERNARDO, que con tres meses ya pesaba seis kilitos de nada.
No se si tuvo algo que ver que quisiera regalarme un San Bernardo, el hecho de hacerle "tragar" las películas de "Beethoven" n veces hasta que se encaprichó de uno (jajaja).
Esta era Bernarda con tres meses, el día que llegó.
Lo primero que conoció fue la casa de mis padres, porque se la compramos a un criador en Sevilla y tal como llegó casi que se la dejamos "endosada", porque nosotros ya teníamos billetes para un viaje, que había sido reservado antes de tener en mente, comprar un San Bernardo.
Hasta el mes siguiente no vino a Madrid.
En brazos de su "abuela", que no la soltaba ni "pa preparar la comida", jajaja.
La pelota le duró entera unos dos minutos hasta que le clavó uno de sus afilados colmillitos de cachorro:
Después vino a Madrid a conocer su casa y empezó a hacer amigos en el barrio.
Jugando con Niwa, cuando tenía unos seis meses.
Con Niwa y Golfo.
Con Boris, otro San Bernardo que por aquella época, tenía dos años aproximadamente.
En casa, con uno de sus juguetes preferidos:
A punto de cumplir un año, ya era toda una señora de cincuenta y cinco kilos. ¿A que posaba como una modelo?
Y en esta foto, ya tenía un año, recién cumplido. Lo recuerdo perfectamente porque su regalo fue ese bonito ciempiés, que le duró una semana (lo destrozó enterito, jajaja, aunque no era lo habitual en ella).
A Sevilla, volvió muchísimas veces y se lo pasaba en grande por el jardín. Le encantaba jugar con las pelotas de tenis:
Teníamos un sofá en el porche, que mi madre odiaba y siempre quería "jubilar", pero a mi me gustaba sentarme allí con Bernarda o cualquiera de los perros que hubiera en casa. Por aquella época nos había dejado Kira (que era un cruce de Pastor Alemán y Boxer).
Ese pequeño, era Bruno de cachorro. Un bóxer atigrado, que nos dejó demasiado pronto (con 6 años).
Era tan buena, que no le importaba posar con mis gafas de sol.
También hizo algunos viajes con nosotros, aunque todos dentro del territorio nacional, como este a Segovia.
Esta foto, era en un prado que pertenecía y sigue perteneciendo, aunque ahora está mucho más bonito, a un hotel recomendado por Rusticae: El Habana, al lado de Llanes, donde pasamos cuatro días y recorrimos todos los alrededores con Bernarda.
Fueron unos días estupendos y ella se lo pasó también en grande.
En la Playa de Poo:
En el jardín del hotel El Habana:
En Covadonga:
En el Lago de Enol:
En Cangas de Onís:
En San Vicente de la Barquera:
Y a descansar tras un día de excursiones, en la habitación del hotel:
En otra ocasión, en el año 2002, fuimos a pasar un puente de primero de Mayo a Candanchú.
Cuando llegamos, después de varias horas de coche, hacía un tiempo malísimo y nos dijo la señora del hotel que había previsión de nevadas para esa noche.
Fijaros como estaba todo a la mañana siguiente, teniendo en cuenta que la tarde anterior no había nada de nieve, solo lluvia.
Era la primera vez que Bernarda pisaba y veía la nieve, con lo que cuando fue consciente de lo que era aquello blanco y frío que había en el suelo, se puso a jugar como loca. Se lo pasó de miedo, bueno y yo también. ¿Veis?
Había comprado una correa extensible de al menos 8 metros, porque me daba miedo soltarla y que se pusiera a correr y se perdiera. Mirad el lío que tenía con la cinta:
Al final, decidí soltarla, porque así no podía jugar y la verdad es que se portó muy bien
Al año siguiente fuimos con ella, también en el puente de primero de Mayo a Andorra y nos pasó exactamente igual. Llegamos y se puso a llover y al día siguiente también todo lleno de nieve, tuvimos muchísima suerte. Toda la nieve y la montaña para nosotros, porque como estábamos ya fuera de temporada, no había casi nadie.
Y aunque hay mas fotos de Bernarda y muchas más anécdotas, las dejaremos para otro día. Esta entrada ya va bien servida.
Muchos besos y espero que os guste tanto como a mí.
Nota: Las fotos no son de tan buena calidad como en otras entradas, porque dada la época en la que se hicieron, no había cámaras digitales. Están escaneadas desde fotos reveladas e impresas a la antigua usanza.